Thursday, September 25, 2008

Más rápido cae un hablador que un cojo
Hace menos de dos semanas, me llené la boca de afirmaciones sobre las mil quinientas maravillas y ventajas del ser soltera en esta mi preciosa ciudad. Hoy, a tan sólo dos semanas tengo que comerme mis palabras y declarar que oficialmente: ¡estoy enamorada¡ jaja y esas son las ironías de la vida. Cuando uno empieza a creerse la mentira de que tiene el control de su vida… sucede, la vida te calla la boca y te demuestra que el destino es más fuerte que tu, que uno nunca sabe lo que nos espera a la vuelta de la esquina. Y no es de sorprenderse, mi mamá dice que cuando uno está bien, atrae cosas buenas… me imagino que así es.
Y aquí vamos de nuevo; pero cabe señalar que por varias razones, a pesar de que todo podría indicar que el hecho de que esté con alguien no es novedad; que a mí eso del enamoramiento se me da fácil y que la vida en pareja la traigo tatuada en el inconsciente, estoy segura de que no es así. Hay algo diferente… en realidad son muchas cosas las que son diferentes, partiendo de la primicia de que las personas cambiamos a diario, vamos creciendo y aprendiendo, lo que en mi caso particular quiere decir: vamos descubriendo y aceptando quién realmente somos.
A lo largo de mis diferentes relaciones, hasta hace apenas unas semanas, yo había sido una especie de respuesta de Santa Claus para mis diferentes parejas, era como si Santa me hubiese entregado una lista con las características y especificaciones que cada uno de mis novios le habían pedido para navidad, y así, con lista en mano, yo me dedicaba a lo largo de la relación a ir cumpliendo todos y cada uno de los detalles ahí señalados, lo cual, al final del día, me dejaba siendo una persona muy diferente a la que soy en realidad, me convertía en la mujer perfecta para _____ (llenando el espacio con el nombre del galán en turno). Lo más interesante es que no era necesario que mis novios me dijeran qué era lo que esperaban de mí, yo me dedicaba a conocerlos y a ir descubriendo qué tenía que cambiar en mí, para que ellos me viesen como la mujer perfecta. Hay que admitir que suena Maquiavélico, pero la realidad es que nunca lo hice consiente, justificaba mis cambios de actitud, forma de ser y gustos con el argumento de que soy una mujer muy adaptable, una persona apasionada que ama la vida y a la que TOOODO le gusta.
Hace unas semanas, cuando descubrí que me gustaba la vida de soltera y la libertad; cuando llené de aire los pulmones y respiré felicidad, me cayó el veinte. Entendí toda esta serie de procesos mentales y de conductas aprendidas que habían estado guiando mi vida hasta ese día. Y descubrí que para poder estar bien con alguien lo primero que tenía que hacer era estar bien conmigo, pues de este modo, al no necesitar de una pareja para ser feliz, cuando llegara una persona no trataría de quedar bien o cumplir sus expectativas, finalmente por qué habría de hacerlo cuando me basto yo para ser feliz. Lo que trato de decir es que entendí que al ser yo feliz conmigo una date dejaría de ser un esfuerzo sobrehumano por tratar de quedar bien, para convertirse en un “esta soy y soy feliz así, tú decides si lo tomas o lo dejas”. No se mal entienda esto como una afirmación de que el cambio es malo, nooo, en absoluto, soy una fiel partidaria de que todos debemos cambiar, es parte del proceso de crecer y madurar, lo importante aquí es el ¿por qué cambiar?, cuando se trata de la vida en pareja, creo que el cambio se da por amor a la otra persona, por amor a uno mismo, y por deseo de lograr que la relación funcione. Tal como lo había estado yo haciendo, el cambio era más bien por necesidad de aceptación.
Finalmente hoy es jueves, tengo frío y estoy enamorada. Creo que siempre lo estuve, es como si hubiésemos puesto un paréntesis en la historia para aclarar detalles de esos que el lector necesita saber para poder seguir leyendo, pero no es más que esos, una nota aclaratoria que sólo sirve de referencia en la narración central que nunca dejó de escribirse.

Friday, September 19, 2008

Un miércoles cualquiera

Qué rápido puede cambiarte la vida, una mañana te despiertas pensando que te espera un día normal; te vas a la oficina, trabajas, comes, sigues tu rutina. Y así, sentada en una banca del parque, esperando que llegue tu amigo el impuntual con el que habías quedado de verte, lo entiendes todo, como un rayo de luz que te cae en la cabeza lo entiendes todo. Bueno, al menos así me pasó a mí. El miércoles pasado, mientras esperaba que llegara mi amigo Rafa a su festejo de cumpleaños, me senté a esperarlo en una banca enfrente de la glorieta de la Cibeles. Sentadita ahí, sin nada que hacer excepto pensar, lo entendí todo, ni siquiera estoy segura que “entender” sea la palabra correcta para expresar lo que me pasó. De pronto, mientras escuchaba atentamente el zumbido del viento paseándose entre las hojas de los árboles y observaba los movimientos aleatorios que este provocaba en ellas, fui feliz! Así, de repente, sin ninguna razón aparente. De la nada mi vida rutinaria hasta un poco aburrida, se convirtió ante mis ojos en la aventura más increíble de todos los tiempos, mi soltería pasó de ser una angustia a una sensación de libertad y felicidad.
No sé cómo pasó, pero de repente, me encontraba viendo lo que había tenido enfrente todo el tiempo pero no había podido ver. Era como si despertara, si abriera los ojos y todos mis sentidos por primera vez a la vida… a mi vida. Esa vida por la que he luchado y trabajado tantos años, me di cuenta de que había alcanzado muchos de mis sueños sin haberlo notado. Y es que envuelta en la rutina de lo cotidiano y en relaciones un tanto absorbentes, no me había permitido ver quién soy yo, dónde estoy parada, y lo maravilloso que es poder despertar cada mañana y dejarte sorprender por la vida.
Y esa soy yo hoy, la que se despierte feliz de saberse dueña de cada paso que da, fascinada al pensar en la idea de las sorpresas que le esperan cada día, rodeada de gente que me ama y agradecida de saberlos en mi vida, con el corazón lleno de ilusiones, la cabeza repleta de ideas y planes y la vida entera para realizarlos.

Tuesday, September 09, 2008

Hace frío y ODIO el frío. Yo creo que en mi otra vida fui lanchera en Acapulco o quizá, como diría mi hermana “delfinera” en Cancún. No sé muy bien qué es lo que más me enoja del frío; podría ser el tener los pies congelados y que no haya forma de calentarlos, o quizá la lluviesita esa que no te empapa pero te incomoda, o los coches gandayas que pasan por los charcos salpicándome toda sin considerar el hecho de que soy PEATóN!!! Y hay que respetar al peatón! Pero todo eso es NADA comparado con lo feo que es llegar a tu casa, acostarte en la cama, poner una buena película y no tener a nadie que te abrace. Ayer estuve a dos de pedirle a mi hermana que me abrazara mientras veíamos la telenovela jajaja. Y es que en primavera o verano está cool ser soltero, el clima te invita a salir, a conocer el mundo, a respirar la vida, pero con el frío tan espantoso de los últimos días no me dan ganas de salir ni a la puerta, es más, si por mi fuera ni de broma me pararía en la oficina en estos días.
Sí, en efecto soy una exagerada, y claro que lo ideal sería que el clima no afectara mi estado de ánimo, pero ni hablar! Soy como una de esas platitas que se muere sin sol, obvio yo no me muero, o no al menos hasta el día de hoy, pero si se me marchitan un poco las hojitas. Así que yo creo que tendré que irme a vivir a un lugar dónde haga calor siempre o de plano seguir los consejos de mi amigo Patricio y comprarme un perro que se me acurruque alado cuando me vaya a dormir.