Tuesday, July 15, 2008

OTRO MIÉRCOLES MAS

Ya lo volvimos tradición, todos los miércoles Pao y yo tenemos que llegar tarde a nuestras respectivas oficinas. Y ya es de risa, cada miércoles salimos un poco más temprano con el afán de llegar temprano, pero al parecer entre más temprano salimos más tarde llegamos. Ayer en la noche Pao me dijo “ahora sí hermana, salimos de la casa a las 7:30 para ya no llegar tarde”, a mi me pareció una excelente idea, ahora sí lo lograríamos, no había forma en que, saliendo a esa hora, pudiésemos llegar tarde al trabajo, pero parece ser que somos una burla del destino.Agotando todos los recursos en nuestra búsqueda de la puntualidad, decidimos probar una nueva ruta, en esta ocasión decidimos irnos por las águilas. Si nuestros cálculos no fallaban, a pesar del tráfico tan espantoso que se genera en esta ruta, lograríamos llegar a tiempo. Todo iba muy bien, y muy lento claro está, a vuelta de rueda por una avenida atascada de coches, pero con la certeza de haber salido a la hora indicada para que este factor no afectara nuestros propósitos. Ya casi lo lográbamos, estábamos en el embudo que se hace a la entrada de Santa fe - ya que cabe señalar, en este punto cuatro carriles se convierten en uno- cuando de pronto, con cara de terror, Pao se voltea y me dice: “el coche no sube”. Yo en ese momento contuve la respiración y pensaba; “cómo que no sube, los coches están hechos para subir, ¡oblígalo a que suba!” Tras el segundo intento de hacerlo caminar, vimos que era mejor apagarlo, era una realidad que el coche no iba a subir y que si lo seguíamos forzando algo más grave podría pasar. Y ahí nos quedamos, con cara de “y ahora qué hacemos”, viendo a los coches pasar tocándonos el claxon y haciéndanos gestos, sintiéndonos indefensas y con ganas de sacar un letrero que dijera; “Se me descompuso el coche, estoy aterrada y no se qué hacer, ¡por favor no me veas feo!”No pasaron más de tres minutos cuando por gracia divina, el coche de atrás también se descompuso, y se echó de reversa para ponerse en un lugar menos estorboso. Así que siguiendo sus pasos, nos movimos de lugar. Ya estacionadas en una zona un poco más segura –y digo un poco por que hay que aclarar que estábamos paradas en sentido contrario- Pao le marcó a Mau para contarle nuestra tragedia. Cuando empezó a hablar con él casi llora, era como si estuviera desahogando con el todo el miedo que sentía en ese momento, pero claro está, Mau no podía hacer nada por nosotras, a lo mucho nos enviaría una grúa que nos ayudara a mover el coche de ahí. Y en este punto me puse a pensar; ¿qué era lo que Pao estaba esperando de Mau en el momento de marcarle?, en realidad, ni Mau ni nadie podía hacer mucho por nosotras; en ese momento éramos nosotras contra el mundo. Cuando colgó, yo –mostrándome lo más cool posible dadas las circunstancias- le dije que por qué no esperábamos un poco y volvíamos a intentar que el coche avanzara, a Pao no le pareció tan descabellado así que ahí nos quedamos, esperando a que a nuestro coche se le diera la gana avanzar. Y mientras esperábamos yo pensaba, qué rápido se pueden invertir los papeles, uno cree que somos nosotros los que manejamos el coche, pero créanme en ese momento, el coche era el que nos manejaba nosotras. Sentadita ahí, yo deseaba que apareciera Harry Potter y a la voz de “Arreglarum rapidorum” solucionara el problema, o de perdida que se parara una patrulla a preguntarnos “señoritas, está todo bien” para poder arrancarme en llanto y contarle mi desgracia. Pero ni lo uno ni lo otro sucedió, y después de un rato de espera, logramos hacer que el coche avanzara y nos llevara a nuestra meta final, para de este modo lograr que nuestra tradición de llegar tarde todos los miércoles no se rompiera.

No comments: