Friday, October 20, 2006

DE VUELTA A MEZTITLA

Todo comenzó la noche del viernes, cuando de la nada llegó a mi cabeza la idea de visitar “meztitla”, que es un lugar de campamento para Scouts que está ubicado a las afueras de Tepoztlan, Morelos, donde años atrás, en mi época de scout había acampado un sin número de veces.

Sábado en la mañana. Me levanto, tomo una pequeña mochila en la que guardo lo estrictamente necesario; una pluma, un cuaderno y mi teléfono celular, por eso de estar siempre comunicado. Llegué al centro de Cuernavaca y fácilmente recordé el lugar donde debía tomar el camión que me llevara a Tepoztlan, pero no fue hasta que mis pies tocaron suelo tepozteco que hice conciencia de los muchos años que habían pasado desde la última vez que estuve en Meztitla. En ese mismo momento fue que la realidad me saco de esa pequeña película en la que me encontraba, me di cuenta de que no recordaba el camino que lleva a Meztitla, hacía más de tres años que no lo caminaba y por si fuera poco; nunca antes lo había caminado sola, mucho menos sin llevar puesto el uniforme scout, que hasta cierto punto sirve como escudo defensor ante los piropos callejeros de los que suelen ser victimas las mujeres que andan solas por la calle.

Ya estaba bastante lejos como para regresar, así que como buena scout, decidí seguir adelante, además se dice que lo que bien se aprende, jamás se olvida, y yo debo haber recorrido ese camino un millar de veces, así que pensé que no sería tan difícil.

Comencé a recorrer las calles de Tepoztlan; el ir y venir de la gente, los colores de los puestos ambulantes, el barullo de la gente que platica y ríe; todo parecía una fiesta perfectamente bien planeada, en donde cada invitado ocupa su lugar y disfruta del ambiente ligero y sin prisa que se respira.

Poco a poco mis pasos me fueron alejando del festejo para llevarme a callejones cada vez más vacíos y silenciosos. A cada paso que daba, los latidos de mi corazón se aceleraban; no reconocía nada de lo que veía, todas las calles parecían iguales y yo más bien caminaba por inercia. No dejaba de pensar que estaba sola, en medio de la nada y muy probablemente perdida. En medio de la angustia se me ocurre una brillante idea, ¿por qué no hablarle a mi hermana para que me diga cuál es el camino que hay que seguir?, pero ¡oh sorpresa!, descubro que; “no todo México es territorio telcel” así que no puedo hablarle a nadie.

Seguí caminando, y cuando creí que el corazón se me saldría del pecho; lo ví; el marco de metal verde de la gran puerta de entrada me daba la bienvenida. Estaba igual a cómo yo lo recordaba, era como si hubiese aguantado el paso de los años esperando mi regreso. De pronto las voces en mi cabeza se callaron para dar paso al canto de los pájaros, el susurro del viento que se cuela entre las hojas de los árboles y las risas de niños que corren y juegan como lo hacía yo años atrás.

Respire hondo, fácilmente reconocí el olor a tierra mojada, fogata y comida enlatada que me acompaño durante toda mi infancia. Miré alrededor y vi a los niños jugando mientras sus dirigentes cocinaban, las tiendas de campaña, los caballos y no pude evitar sentir nostalgia, sentir pertenencia. También descubrí que no era tan grande como yo lo recordaba a pesar de que no era una niña pequeña la última vez que estuve ahí, creo que mis recuerdos de ese lugar siempre habían sido filtrados a través de los ojos inocentes de quien lo vio por primera vez.

Existen par todos esos lugares que nos llevan de vuelta al pasado, que nos recuerdan los tiempos de antaño en los que una fogata y una historia de terror eran suficiente para pasar la mejor noche de tu vida. Para mi, volver a ese lugar donde pase tantos fines de semana de campamento, donde conocí amigos que hasta la fecha conservo, donde aprendí que no se requiere más para ser feliz, fue como dar vuelta atrás al libro de mi vida y releer aquellos capítulos que había olvidado.

3 comments:

buttercup said...

hermana bienvenida al mundo del blog te amo!!!

Millhouse said...

Creo que siempre es bueno tener uno de esos lugares que te llevan al pasado, para recordar quién eres y por que estas aquí. Muy buen incio de blog.

Suerte en ésta nueva aventura y ojalá algún día regreses a leer este post y sientas lo mismo que con Meztitla.

Anonymous said...

Es lindo hacer ese viaje a meztitla cuando crees que ya lo olvidaste, es como volver a nacer. Conosco esa sensacion de estar perdida y encontrarte una vez mas con camizolas amarillas y verdes y sentir que poco a poco regresas a tu camino.
Ahora.... perderme en ese camino contigo es aun mas divertido que hacerlo sola.
Te amo